Mundial de Fútbol: 10 cábalas que hay que conocer antes de venir a Argentina
Los argentinos son cabuleros y supersticiosos, sobre todo cuando se trata de fútbol. El motivo es muy sencillo: es más que un deporte, es una pasión y un sentimiento.
Supersticiones, rituales, rutinas, tradiciones y creencias. Las cábalas son todo eso y más. Son la razón por la que los fanáticos justifican cada gol, gambeta y victoria. Son la condición sine qua non que jamás puede alterarse si alguna vez algo salió bien.
Argentina se viste de celeste y blanco impoluto cada cuatro años, y los ritos nacionales permanecen. Banderas colgadas de balcones, miles de personas caminando por la calle con la camiseta, publicidades que interpelan hasta lo más profundo del corazón. El Mundial en el país del Fin del Mundo es mágico, único y representativo. Las tonalidades insignias se sienten de otra forma, el himno se grita a todo pulmón y las manías florecen. Porque la pasión característica del personaje argentino luce su mejor versión en época mundialista. Y porque, para atravesar los tiempos que se vienen, nada mejor que conocer profundamente las cábalas que se llevan a cabo partido a partido.
Coincidencias con el 86
En Argentina todavía se siente a flor de piel la emoción del triunfo del 86. Teníamos al mejor del mundo, Diego Armando Maradona, anotando el mejor gol de la historia de los mundiales a los ingleses, más conocido como el gol del Siglo. Teníamos un equipo goleador. ¿Hoy en día? El panorama es bastante similar. Lionel Messi está en su mejor momento, los jugadores cargados de ilusión y un país entero esperando que vuelva la copa.
La nueva obsesión local consiste en encontrar similitudes entre 1986 y 2022, con la esperanza de que esos pequeños detalles se conviertan en la mayor de las cábalas del mundo. Por ejemplo la final del 86 contra Alemania se jugó a las 12 del mediodía, y fue la que coronó a Argentina campeón. La final de este año en Qatar es a la misma hora. En su momento, Maradona se despidió del Barcelona y dos años después ganó el Mundial. Messi siguió ese camino y podría desencadenar en el mismo resultado. ¿Otros detalles menores? La visita de Robert de Niro al país este año (el último fue en el 86 también), el estreno de Top Gun, la clasificación de Canadá después de 36 años. Todas son especulaciones, pero cada vez toman mayor protagonismo entre las charlas casuales de los grupos de amigos.
Nadie se levanta
El escenario es el siguiente. Todos los presentes están sentados con la mirada fija en la pantalla, siguiendo los pases, las corridas, las gambetas. De pronto sucede lo que tanto esperaban desde el comienzo del partido, aunque supera cualquier expectativa: Argentina anota un golazo. Después de festejar, gritar y abrazarse, hay una regla básica que todos tienen que cumplir: nadie tiene permitido moverse. El partido continuará tal y como están sentados, en el mismo orden, las mismas posiciones. Ni siquiera está permitido levantarse para ir al baño; para eso está el entretiempo.
Intensidad mediante, uno nunca sabe los motivos por los cuales se anota un gol. Así que mejor prevenir que curar.
Que se vaya el que se levantó
Misma situación que la anterior: las posiciones están claras, cada uno cumple un rol esencial en la ecuación pero casualmente un integrante del grupo se levantó para buscar algo o ir al baño. En el proceso, Argentina metió un gol. Las reglas aplican de la misma forma: quien estaba de pie no puede regresar a ver el resto del partido en la tele, porque su ida generó que la Selección esté un punto más arriba que el contrincante. ¿La alternativa? Quedarse en otra habitación de la casa y guiarse por los gritos de sus amigos para entender el termómetro del partido.
Palabra maldita
La palabra "kiricocho" cada vez se usa más para mufar a la competencia. Cuando el rival está por patear, sobre todo cuando tocan penales, es muy típico escucharla. Su significado se remonta a la década de 1980, cuando Carlos Salvador Bilardo, reconocido por llegar a dos finales de la Copa del Mundo con la Selección Argentina, era técnico de Estudiantes de La Plata. En esa época, Juan Carlos Kiricocho era un hincha que cada vez que iba a la cancha, un jugador se lesionaba y por eso su apellido se usa en la actualidad para enviar mala energía a los contrarios.
Gesticulación
Los argentinos son conocidos por la efusividad en la forma de expresarse. Eso ya es de público conocimiento. Porque el local comunica con todo su cuerpo: manos, brazos, caras inclusive. Cualquiera sea el evento, siempre hay gestos involucrados. El Mundial no es la excepción (más bien todo lo contrario). Los cánticos aumentan, las gargantas se inflaman y todo gesto que colabore con alentar al equipo suma. De la misma forma, no faltan las señas para mufar al equipo contrario. Algo que tampoco falla son las malas palabras que se pronuncian cuando algo no sale como lo esperado. Todo es intenso, como los argentinos. Y hay gestos que forman parte del folclore. Es todo parte de la magia del fútbol: hechizos y encantamientos que realizan los entusiastas para ganar y hacer perder al otro.
Repetir el día
¿Qué fue lo que hiciste ese día que ganó Argentina? Es fundamental acordarse por dónde caminaste, qué compraste, cómo te levantaste. Hay quienes intentan repetir y hacer exactamente lo mismo ese día. Y, sobre todo, organizar para ver el próximo partido en la misma sede y con las mismas personas, aunque ese amigo no quiera volver a poner casa. Incluso el mismo menú. Hay apasionados que se toman esta cábala muy a pecho, y son capaces de hacer lo que sea con tal de obligar a los que lo rodean a respetarla. Con las supersticiones no se juega y menos en el Mundial.
Usar la misma camiseta
Aunque ya no entre, aunque esté sucia, aunque le falten pedazos y esté descosida al costado. Si a Argentina le fue bien cuando se usó esa camiseta, se usa la misma. Algunos más extremistas aplican la condición hasta con la ropa interior (incluso sin lavar) para que no pierda su magia. De cara a Qatar 2022, bajo ninguna circunstancia hay que menospreciar esta manía por la ropa.
Promesas obligatorias
Es muy común que antes de un partido importante millones de argentinos hagan promesas de todo tipo que después están obligados a cumplir, ya sea por orgullo o para no depositar mala suerte sobre la tan querida Selección. Desde peregrinar hasta la Basílica de Luján, hacerse un tatuaje por más estrafalario que sea, raparse, correr una maratón, regalar sus pertenencias más preciadas o trepar hasta la cima de una montaña. Cueste lo que cueste con tal de que Argentina gane.
No gritar los goles antes
Si no es la cábala más importante, le pega en el palo. Está absolutamente prohibido cantar los goles temprano. Aunque alguien afirme que lo está viendo venir, si el cabezazo fue excelentemente bien dirigido hacia el arco, si justo hay un penal o tiro libre, por más que la pelota esté al borde de la línea: no se gritan los goles antes de que suene el silbato del árbitro, el jugador festeje con sus compañeros, de que el relator exclame el eterno “gooooool” o hasta que se vea el balón rebotar en la red. Más que una costumbre es una regla, es ley.
Los jugadores también tienen sus cábalas
Y si pensabas que solo los espectadores y aficionados tienen sus rituales especiales, estás muy equivocado. Los jugadores profesionales, esos que dan su vida en la cancha por el país, también tienen sus propias cábalas. Desde las más básicas, como entrar con el pie derecho a la cancha, hasta no tocar la copa antes de salir vencedor o no decir la palabra “campeón” durante toda la competencia. Nada es muy extremo para asegurar la conquista y salir campeones del mundo.