Las experiencias de otro planeta que se pueden vivir en Argentina: gastronomía, destinos y hasta marcianos
¿Quién hubiera pensado que no había necesidad de viajar al espacio para encontrarse con particularidades de otro universo? Se descubren incluso más cerca: Argentina tiene todos los condimentos para sentirse en un planeta diferente. Están todos invitados: bienvenidos al país que deslumbra con rincones impensados.
Superficies similares a la luna. Cielos brillantes que se imponen en la profundidad de la noche. Campos volcánicos. Maravillas naturales con tintes espaciales se dibujan a lo largo y ancho de Argentina, trazando el recorrido perfecto para conectarse con el cosmos. Porque el país del Fin del Mundo ya esconde la mística en ese apodo: hay que trasladarse hacia los confines de la Tierra para encontrar destellos similares a los que se ven a través de telescopios.
1) Conocer sus destinos extraterrestres
Extraterreste: que pertenece al espacio exterior de la Tierra. Así define la RAE el término, pero en Argentina el significado cobra otro sentido. Porque lo que se encuentra fuera del planeta también tiene algunos secretos ocultos en el territorio argentino. El norte y el sur guardan pequeños atisbos de esas atmósferas galácticas, inaccesibles al ojo humano. Pedazos del cosmos que se hacen presentes en el país latinoamericano. Estos son algunos de los destinos para vivir la experiencia inmersiva:
Parque Nacional Talampaya, La Rioja
Paredes rojas de hasta 150 metros de altura reciben al viajero curioso que anhela descubrir tesoros milenarios en uno de los Parques Nacionales más fascinantes del país. El desierto colorado no tiene nada que envidiarle a Marte, con cañones, gigantes de piedra y formas alucinantes talladas por el viento. Sus 220 mil hectáreas alojan millones de años de historia antropológica, porque caminar por Talampaya es sinónimo de pisar los mismos suelos que caminaron los dinosaurios. El polvillo rojizo que se adhiere a las zapatillas es el trofeo que indica que se visitó un lugar único en el universo.
Campo de Piedra Pómez, Catamarca
Un manto de talco decorado por montañas que lo envuelven. Esa podría ser una descripción asertiva del espectáculo blanco que tiñe a la provincia de Catamarca. A más de 3 mil metros sobre el nivel del mar, el Campo de Piedra Pómez es resultado de una explosión volcánica que terminó esculpiendo las formaciones rocosas de la zona. Conocerlo es adentrarse en un laberinto níveo que emociona.
Parque Nacional Los Glaciares, Santa Cruz
El escenario se pinta de tonalidades celestes que, con el reflejo del sol, enceguecen. En realidad todo el paisaje lo hace, con o sin ayuda de los rayos solares. Porque los contrastes patagónicos también pertenecen a otro planeta. Las masas de hielo forman parte del Parque Nacional más grande del país (y el tercer manto de hielo más grande del mundo después de los polos), con un 30% del territorio cubierto por glaciares. La estrella de la obra de arte es el Glaciar Perito Moreno, el mayor atractivo de la zona. Las pasarelas construidas están perfectamente ubicadas para admirar su frente de 5 kilómetros y observar uno de los fenómenos más buscados por fotógrafos de todo el globo: el desprendimiento del hielo y su sonido estruendoso al caer en el lago Argentino.
Reserva Natural La Payunia, Mendoza
El negro es el color protagonista en este inmenso desierto volcánico. La lava fragmentada de la erupción de volcanes hace miles de años le dio la tonalidad oscura al suelo mendocino, convirtiéndolo en un imperdible si se quiere indagar en el aspecto extraterrestre argentino. ¿El total de volcanes que rodean la zona? Más de 800. No sorprende, entonces, que sea una de las regiones del planeta con mayor densidad de cráteres. El ojo entrenado repara en el contraste entre el negro de la tierra, el amarillo de la flora autóctona y el celeste imponente del cielo. Una paleta de colores extraordinaria.
Salinas Grandes, Jujuy
Infinito blanco inunda las retinas en el norte. Las Salinas Grandes regalan una pausa que dura 525 km2 pero habita para siempre en la memoria. Son las terceras más grandes del mundo y, además, forman parte de las Siete Maravillas Naturales de Argentina. La sal albina transmite una sensación de horizonte sin fin, solo interrumpida por caminos de agua turquesa y el celeste intenso del firmamento que casi se fusiona en la panorámica.
2) Degustar delicias locales
No solamente los paisajes parecen salidos de una película de ciencia ficción: la gastronomía también tiene su propia magia extraterrestre. Porque si hay algo que lleva como bandera el país del Fin del Mundo son sus sabores. Salados, dulces o ambos juntos, el arte culinario argentino se ganó su lugar en la mente de los turistas de todo el mundo y motivos sobran. Pero, ¿cuáles son los platos que ameritan degustación en suelo celeste y blanco?
Mate
La bebida clásica que forma parte del folclore nacional. Es compañera de juntadas con amigos, almuerzos familiares, largas noches de estudio y nuevas amistades laborales. El mate está en absolutamente todos lados porque es equivalente a la definición de unión. La yerba mate, su principal materia prima, se vuelca en un cuenco ahuecado para que, lentamente, se le agregue agua caliente que es absorbida a través de una bombilla de metal. La convocatoria del líquido es lo más argentino que existe.
Asado
Si el mate es el rey de las bebidas, el asado lo acompaña en el reinado si de comida se trata. El objetivo final de este ícono argentino es muy similar al del mate: juntar a gente querida para celebrar vínculos y hacer la sobremesa más larga del mundo entre anécdotas, risas, confesiones y hasta llantos. Todo es válido en un asado. Pero, ¿en qué consiste? La premisa es sencilla, porque son distintos cortes de carne (principalmente vacuna) tirados a las brasas y acompañados de verduras y ensaladas. Vacío, entraña, asado y lomo son algunos de los preferidos, sin dejar de lado la etapa de achuras previa, donde el choripán (un sándwich de chorizo) es protagonista. Pero el corazón del asado va mucho más allá de la comida en sí misma - que igualmente, hay que decirlo, es un lujo -. Vivir un asado en Argentina es sinónimo de conexión absoluta con los comensales convocados. Es un ritual de iniciación que deja huella y cala profundo. Es, sin lugar a dudas, la excusa más linda para dejarse enamorar por los encantos locales.
Empanadas
El relleno predilecto es el de carne, claro está. Pero este pastel salado tiene muchas variantes, una más deliciosa que la otra. Cada provincia hace su propia reversión, pero el resultado siempre es el mismo. Porque el manjar en forma de medialuna es un símbolo patrio que encuentra la combinación perfecta de crocante y sabores autóctonos.
Alfajor
Llegó el turno de lo dulce y los premios se los lleva el alfajor. Dos tapas de masa, una buena cantidad de relleno de dulce de leche y cobertura de chocolate. No se necesita mucho más para llegar al corazón de cualquier turista. Hay otras alternativas (relleno de mousse, mermeladas, etc), pero esa es la clásica que jamás falla.
3) Maravillarse con los marcianos que nacieron en el territorio
Son marcianos porque su talento excede cualquier capacidad humana. Porque marcaron un antes y un después en la historia. Porque son referentes y una inspiración en el día a día. Porque son el orgullo más grande que tienen los argentinos. Nuestros marcianos saben mover una pelota en una cancha de fútbol, también tienen gran puntería apuntando a cestos, nos trasladan a otros universos paralelos con su pluma y hasta lideran religiones que mueven montañas. Son únicos, los cuidamos y hoy se los presentamos:
Lionel Messi
El mejor jugador de fútbol del mundo tiene raíces celestes y blancas. La Pulga, como le dicen cariñosamente, es una de las figuras deportivas más importantes del planeta. Su habilidad en la cancha llama la atención de nosotros, los meros espectadores que admiran desde lo lejos, pero con el corazón bien cerquita. Siete balones de oro, el sudamericano con más goles hechos en una selección nacional e infinita cantidad de títulos con los clubes que tuvieron la suerte de verlo pasar por sus puertas. Messi, el que hace magia con los pies pero mantiene su humildad con el correr de los años. Uno de los grandes extraterrestres argentinos.
Manu Ginóbili
Una pieza clave en La Generación Dorada argentina de baloncesto. Esa que le otorgó mil alegrías a los argentinos durante más de 15 años. Tan solo uno de los mejores equipos en la historia del deporte local. ¿El alma del equipo? Manu Ginóbili, una leyenda de la NBA nacido en Bahía Blanca. Su paso por San Antonio Spurs lo situó en lo más alto del deporte, con 1057 partidos disputados en la NBA y un empuje propio de su personalidad desde chico.
Jorge Luis Borges
El padre de la novela latinoamericana. El escritor que invita a descubrir un universo que solo él conoce, pero deja suficientes pistas para que los lectores compartan ese espacio inexistente que plantea en sus relatos. Laberintos, juegos, espejos; la literatura borgiana está repleta de símbolos y propuestas que lo posicionan como uno de los literatos más importantes del siglo XX.
Diego Armando Maradona
Una leyenda. Un Dios particular argentino. Un personaje controversial que alegró el espíritu de los argentinos incontable cantidad de veces. Un habilidoso sin precedentes. Maradona es y siempre será uno de los argentinos más queridos y venerados. La trayectoria del Diego comenzó en Villa Fiorito y el club Argentinos Juniors fue el primero que lo vio hacer magia con la pelota. Después Boca Juniors tuvo los honores, y luego Europa lo vio triunfar junto al Barcelona, su querido Nápoli y hasta el Sevilla. La mística detrás de Maradona sigue respirándose en cada rincón de Argentina. Porque su paso por el planeta Tierra dejó huellas que nunca se borrarán.
Jorge Mario Bergoglio
El 13 de marzo del 2013 la Iglesia católica designó al primer papa sudamericano. Francisco, como eligió ser llamado, es el primer pontífice que no proviene de Europa. Los latidos de los corazones argentinos se aceleraron y otro ícono se sumó a la larga lista local. La humildad, el compromiso de diálogo y su preocupación por la pobreza lo convierten en uno de los personajes más queridos dentro de la institución. ¿Su verdadero origen? El barrio de Flores, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.