El Lado B de Buenos Aires

Tengo una teoría en relación a los viajes que quiero compartir: si uno desea conocer algún lugar en profundidad debe visitarlo dos veces, la primera obedeciendo todas las recomendaciones turísticas que aparecen en las guías o blogs de viajeros, y la segunda para hacer circuitos alternativos, más ajustados a los gustos personales y menos promocionados.

 

Me di cuenta de los efectos de la perspectiva a la hora de conocer una ciudad cuando vine a vivir a Buenos Aires, la capital de Argentina. Hasta los treinta había vivido en el conurbano bonaerense, a cuarenta kilómetros de distancia. Cuando visitaba la capital para hacer alguna excursión durante los fines de semana, solía elegir los paseos clásicos: el rosedal de Palermo, el Jardín Japonés, la calle Corrientes y sus pizzerías, el zoológico, algún teatro comercial. Todos los recorridos imperdibles y que constituyen el alma de Buenos Aires. Pero cuando me mudé definitivamente a la ciudad empecé a explorarla con un enfoque más propio, a realizar largos paseos y encontrar lugares o recorridos que me permitieron apropiarme de ella de una manera más personal.

 

Como una porteña por adopción, quiero compartirles mis experiencias favoritas para cuando vengan a visitar Buenos Aires (por segunda vez) a partir de tres conceptos que me interpelan personalmente: las caminatas, el arte y la literatura. Todas ellas atravesadas por alguna experiencia gastronómica para que el paseo sea completo.

 

Caminatas

 

Buenos Aires es una ciudad ideal para caminar: es llana, tiene una arquitectura sorprendente y diversa, y muchos espacios verdes para realizar paradas de descanso. Uno de mis recorridos favoritos para caminar mientras escucho algún podcast es por Avenida Los Incas, que divide el barrio de Belgrano y Chacarita. También en el barrio de Retiro, que es donde trabajo, hay parques y avenidas señoriales, con cafés y panaderías en todas las cuadras, para caminar largos recorridos y disfrutar de la arquitectura mientras probamos alguna factura clásica como la medialuna o, mis favoritos, los scones dulces.

Para quienes prefieren caminar por la naturaleza en lugar de hacerlo por la ciudad, la Reserva Ecológica es el lugar ideal, donde también se puede realizar avistaje de aves o pasear con una bicicleta alquilada, y cerrar el paseo con un picnic a la orilla del río.



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Arte

 

Las propuestas artísticas y culturales son infinitas pero mi zona favorita para conectar con el arte porteño es el sur de la ciudad, donde encontrarás desde el Museo de Arte Moderno, el fileteado porteño en San Telmo, las galerías y espacios artísticos independientes en La Boca y, mi propuesta favorita en Barracas: la combinación del recorrido por el Pasaje Lanin, dos cuadras de murales creados por un vecino del lugar, ideales para llevarte una foto de recuerdo del vibrante espíritu de la ciudad; luego una visita al Museo Santa Felicitas, construido en homenaje a Felicitas Guerrero, y a modo de cierre un almuerzo en alguno de los restaurantes icónicos que se encuentran sobre la Avenida Caseros (podrás encontrar espacios gastronómicos distinguidos por la Guía Michelin).

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Literatura

 

El escritor Jorge Luis Borges pasó su infancia en el barrio de Palermo, que no era la cuna de la moda, el diseño y las cafeterías de especialidad que es en la actualidad sino un barrio “picante”, como decimos acá. Hasta 1914 vivió con su familia en Serrano al 2100 (hoy calle Borges 2135), convertida en un Museo que exhibe objetos, fotos y libros del escritor. El barrio de Palermo aparece en su literatura, y hoy se convirtió en un lugar muy dinámico, repleto de restaurantes, librerías, panaderías y heladerías, que reciben a turistas de todas partes del mundo. Leer a Borges es, además, una experiencia recomendada que excede la propuesta turística pero que permite adentrarse en la cultura de Buenos Aires y también de la Argentina de una manera más profunda. Recomendado: Fervor de Buenos Aires, el primer libro de poemas del escritor que el año pasado cumplió cien años desde su publicación, es una íntima declaración de amor a la ciudad redescubierta a su regreso de Europa.



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