7 destinos argentinos donde hay viñedos y no lo sabías
Mendoza, sí. ¿Pero sabías que hay viñedos y bodegas distribuidos en otros puntos geográficos de Argentina? El país del vino tiene cultura vitivinícola de sobra y hoy revelamos qué rincones conocer por fuera del gran clásico.
El arte del buen tomar es una disciplina muy bien explotada en Argentina. Las bebidas espirituosas se abren camino en distintos puntos del país, regalando sabores impregnados de raíces y cultura local. Uno de los grandes protagonistas es el líquido con pigmentos rojizos, que encuentra su sede preferida en la provincia de Mendoza. Tal es así que la World’s Best Capital Wines la designó como la capital del vino argentina, además de posicionarla entre las mejores a nivel mundial. Pero esa historia es de público conocimiento: los viñedos mendocinos abrazados por la Cordillera de los Andes trazan un itinerario maravilloso que contempla paisajes, degustación y gastronomía. Ahora bien, ¿qué pasa si la brújula viajera señala en otras direcciones? La respuesta es muy clara: además de conseguir la misma calidad de panorámicas, también se obtendrá el mismo resultado si de vinos se trata. Porque el liderazgo de Mendoza en la materia es irrefutable, pero en Argentina siempre hay lugar para un poquito más. Estos son los destinos que también destacan en la arista vitivinícola.
La Pampa
Un lugar que promete dos cosas: carne de altísima calidad y un maridaje acorde. Con 335 hectáreas de viñedos, La Pampa se asoma como un potencial productor del elíxir de uvas en las 25 bodegas que ya están en desarrollo. La ruta está trazada de norte a sur, desde Pichi Huinca hasta 25 de Mayo. De esta forma, el turismo de vino sigue creciendo en la región, integrando gastronomía, vino y actividades recreativas para atraer a turistas de todo el globo. ¿Qué cepas se pueden probar? La clásica Malbec, por supuesto, en conjunto con otros tintos como el Cabernet Franc, el Petit Verdot y el Tanat.
Córdoba
Si bien la bebida clásica cordobesa es el Fernet, los Caminos del Vino no se quedan atrás. 10 bodegas, 17 productores artesanales y 21 productores caseros se suman al recorrido que atraviesa la provincia entre serranías, ríos, viñedos y tonadas típicas. Las propiedades agroecológicas y climáticas de las distintas regiones aportan improntas diferentes a cada varietal: el norte, las Sierras Chicas, Traslasierra, Calamuchita y Punilla son algunas de las más importantes. El Malbec, Cabernet Sauvignon, Pinot Noir e Isabella (frambua) son las uvas más consumidas. La actividad se complementa con tours guiados, catas y maridajes con platos regionales.
Salta
El corazón de la única cepa 100% autóctona. El destino de las montañas coloridas y los platos autóctonos. Salta, la provincia que es apodada La Linda (y no es en vano). En estas tierras fértiles el Torrontés, el vino blanco más famoso de Argentina, encuentra su paraíso: gracias al clima soleado, con pocas lluvias y una altura de tres mil metros sobre el nivel del mar, la vid crece como pez en el agua. Frescura, intensidad aromática y tonos frutales y florales son algunas de sus propiedades ¿El área de producción salteña más importante? Los Valles Calchaquíes, con viñedos que rondan los 1600 metros sobre el nivel del mar.
La Bodega Colomé, la más antigua del país con más de 180 años de funcionamiento, fue posicionada en el puesto 35 de las mejores del mundo por The World’s Best Vineyard.
Chubut
La ruta del vino más austral encontró las coordenadas geográficas perfectas en el sur de Argentina, más precisamente en Chubut. Cerca de 200 hectáreas plantadas, un clima extremo, heladas que demandan cuidados permanentes y una amplia diversidad de suelos son algunos de los condimentos que presenta la zona. Esta combinación de factores dan como resultado una buena gama de vinos. Para combinar temporada de tulipanes con maridaje, Trevelin es un gran lugar en el mes de octubre. Sabores intensos en el paladar y un arcoiris de flores pintados en el paisaje, ¿qué más se necesita?
La Rioja
Otro imperdible en el mundillo Torrontés. Al formar parte de la misma región que Salta (NOA), el clima caluroso, seco y con pocas lluvias favorece el desarrollo de la vid. Los tonos rojizos, verdes y amarillos característicos de La Rioja ya son suficientes para armar la valija y sacar el pasaje, pero la apuesta se redobla con el aroma del Torrontés y las 19 bodegas que constituyen la Ruta del Torrontés riojano, uno de los recorridos más imponentes de la provincia. ¿Lo tuyo no es el blanco? La provincia se encarga de suplir el paladar con tintas de Malbec, Cabernet Sauvignon, Bonarda y Syrah.
Porque el vino en La Rioja es mucho más que una bebida: es cultura compartida. Y se puede disfrutar visitando una bodega, conociendo el museo del vino, haciendo un curso de cata, practicando deporte entre las viñas y, por supuesto, saboreando la más alta gastronomía.
Santiago del Estero
La primera provincia en cultivar plantas de vid. La anécdota detrás es que un cura chileno fue convocado para una misa en Argentina y, al necesitar vino para la celebración, trajo consigo unas semillas provenientes del país vecino. El resto fue historia y las plantaciones empezaron a expandirse no solo en territorio santiagueño, sino en todo el país. La cultura de tintes rojos empieza a tomar cada día más forma en esta provincia, que cuenta con una bodega artesanal que retoma los orígenes tradicionales de la cepa en la localidad. Menú por pasos, visitas guiadas y paisajes son condición.
Buenos Aires
La provincia de Buenos Aires dice presente en el itinerario enoturístico. Y resulta en el plan ideal para quienes hagan una visita rápida por la capital de Argentina y quieran sentir una experiencia sensorial de otro planeta sin alejarse demasiados kilómetros. Tandil, Villarino, Chapadmalal, Cañuelas, Berisso, Sierra de la Ventana y Coronel Pringles amplían la oferta de viñedos y expanden la propuesta para conocer bodegas, catar cepas mezcladas con obras culinarias y recorrer el interior de la provincia entre cemento, médanos y mar.