Lugares perfectos para descubrir el rojo característico de La Rioja
Las tonalidades propias de la provincia tienen un encanto único. La tierra de los rojizos intensos regala lugares en donde la premisa es mimetizarse con el color del fuego y disfrutar.
Por acá, los imperdibles para descubrir el pigmento mágico riojano.
Como una paleta de pintor aficionado, La Rioja maquilla trazos en donde el colorado es protagonista. Desfila cañones, paredones y caminos entre sus 89,680 kilómetros cuadrados al noroeste del país, todos listos para ser fotografiados por ojos expertos (y no tanto). La retina está cooptada por una colorimetría intensa que no hace otra cosa que invitar a adentrarse en la provincia. Así que, como buenos aventureros, no queda más que ceder al impulso viajero.
Alternativas turísticas escondidas entre matices rojos sobran. El lienzo final no varía: elevaciones pedregosas que se levantan a metros sobre el nivel del mar y abrazan a quien decida pisar territorio riojano. ¿Cuáles son los imperdibles que hay que visitar sí o sí para empaparse del color típico?
1. Parque Nacional Talampaya
Imponentes paredones rojizos de 150 metros crean el clima perfecto para disfrutar de uno de los Patrimonios Naturales de la Humanidad por la UNESCO. La visita de más de 70.000 turistas por año no es casualidad porque, además del potencial paisajístico, en ese suelo se descubrieron restos arqueológicos de la era mesozoica hace 225 millones de años. Es decir que los dinosaurios habitaban la zona en esos tiempos: fascinante queda corto.
Las típicas formas geológicas que se dibujan entre las piedras - El Monje y La Torre son las más conocidas - ameritan capturas con el lente de la cámara. Porque si hay algo que no se le escapa a Talampaya son postales alucinantes. Visitar el Cañón Arcoiris y la Ciudad Perdida son los mayores imperdibles, que también pueden disfrutarse en un tour en bicicleta. Para los fanáticos de los cielos despejados, la experiencia redobla la apuesta con la posibilidad de acampar dentro del parque con estrellas tintineantes de testigos.
2. Cuesta de Miranda
La icónica Ruta 40 también sorprende con las tonalidades características. Así que la experiencia viajera está completa por donde se la mire: un recorrido por la mítica carretera emblema del país y panorámicas de ensueño guiando el trayecto de 12 kilómetros totales.
La Cuesta de Miranda es un camino curvo y de cornisa que une las localidades de Villa Unión y Chilecito. ¿El gran diferencial? El roadtrip está teñido de rojos combinados con verdes que obnubilan y piden paradas técnicas obligatorias cada unos cuantos kilómetros, simplemente para contemplar la escena que se impone entre elevaciones - la más alta llega a los 2020 metros -.
3. Vallecito Encantado
Un destino que funciona a la perfección tanto para conocer en cuatro ruedas como para gastar las suelas de las zapatillas. Caminar por el Vallecito Encantado, cerca del límite con San Juan, forma parte de un trekking soñado para los amantes de la aventura y la naturaleza.
Cañadones se alzan formando figuras increíbles y, en cada paso, se descubre la verdadera magia detrás del nombre. Encantado por los cauces de los ríos secos que lo atraviesan. Encantado por la facilidad con la que te traslada a otro planeta. Encantado por la energía que se respira entre sus piedras y desniveles. Encantado por el contraste que genera entre el cielo celeste y sus particularidades rojas. El punto que no falla en el itinerario.
4. Reserva Provincial Los Colorados
Su nombre lo dice todo: el color sigue tomando el control de La Rioja y descansa en los más espectaculares rincones. La Reserva Provincial Los Colorados es otro ejemplo que reafirma la premisa saturada de la provincia.
Creada en el 2015 para proteger el patrimonio arqueológico y cultural de la zona, la reserva aloja formas geológicas producto de la erosión. El profundo escarlata de las murallas encuentra su mejor versión entre los rayos del sol, que terminan de dibujar el cuadro clásico de La Rioja. La foto que no puede faltar involucra un entorno vegetal, cielo celeste y un puente rocoso icónico.
5. Quebrada de la Troya
Una maravilla natural sin precedentes. En esta oportunidad, las paredes llevan el tradicional ángulo de 90° a otro nivel: las montañas están inclinadas, generando una postal mágica cuyos personajes principales son una pequeña elevación con forma de pirámide en el centro y el río rodeándola.
El paso del tiempo también se hace presente en la Quebrada de la Troya, a kilómetros de Vinchina. Las formaciones están compuestas por sedimentos de hace 260 millones de años, así que la mística de tiempos remotos prevalece y hace eco entre los paredones. Dato: si ya se está en zona es obligatorio visitar Laguna Brava, una de las joyas de la provincia.
5. Cañón de Anchumbil
Otro bloque de rocas perteneciente al período triásico. Infinita historia, secretos milenarios bien guardados y pasadizos que conducen a un sinfín de rojo representado a través de figuras y paredes. En esa superficie también se registran pinturas rupestres grabadas hace 900 años, lo cual termina de concluir la aventura en Villa Unión.